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Siempre condicionados por los otros para nuestro ser o nada , por la generosidad y por la ausencia clamorosa de los otros, la voz, las voces en las que se multiplica Eva Chinchilla proponen luminosos descalabrados de nuestros prejuicios vitales y literarios a los que a menudo suceden espacios de cruce, pequeñas zonas sinf ónicas, limaduras de vida donde restaña distancias. Es esa misma invitación a la experiencia intercambiable y libertaria entre autor texto la que nos permite tomarnos la licencia para lanzar, con las preceptivas comillas y más poseedores de su palabra que nunca, un piropo sentido y sagrado, que es a la vez sutil propuesta de ágape para usted, respetable lector: qué hermosa eres, pero qué hermosa y cálida eres/ cuando te atreves a la soledad del otro .