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Luis Cernuda destinó el lugar central de su poesÃa al sacrificio de la vida que resulta ineludible al artista. Esta acusada sinergia de obra y vida nos ha permitido recorrer y explorar su producción poética, crÃtica y traductora entre Nueva Inglaterra, México y California, atendiendo ya a las circunstancias vitales, ya a la exégesis de los textos. De Los años norteamericanos de Luis Cernuda se desprende con particular evidencia que su capacidad de sentirse menospreciado estuvo tan desarrollada como su capacidad de desprecio pero hemos querido demostrar que la leyenda que él mismo se labró a pulso en el trato con los demás fue sólo la parte más superficial o defensiva de su persona. La leyenda no cuenta que Cernuda despreció cualquier tipo de hipocresÃa (sexual, literaria o polÃtica), ni que su idealismo pervivió residualmente hasta el final de su vida. En el fondo, lo que su leyenda escondÃa era otra cuestión que a los lectores de su obra nos interesa más, su absoluta servidumbre a undestino: la poesÃa. El prestigio actual de Cernuda probablemente proceda de todo lo que le hizo difÃcil+ entre sus contemporáneos. Sus antipatÃas contra la familia, su falta de ambición en el escalafón social y académico, sus posturas insobornables, su posición marginal ante las hegemonÃas literarias en España y en el exilio, su disponibilidad ante lo inesperado y su inclinación a abandonar con todas las consecuencias el entorno habitual son valores atractivos para generaciones futuras, que se incrementaron en los últimos años de su biografÃa. Paradójicamente su figura se agiganta a la luz delo que se llamó su leyenda o su triste realidad.