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La guerra civil significó la desaparición del sistema de investigación en arqueología vigente desde 1907. A partir del proyecto del Instituto Arqueológico Nacional e Imperial impulsado por Julio Martínez Santa Olalla se creó en 1939 la Comisaría General de Excavaciones Ar queológicas. Pretendía concentrar en un único poder fuertemente ideologizado toda la actividad arqueológi ca del país. Su desarrollo fue muy complicado debido a las dificultades con que Martínez Santa Olalla se encontró en el Ministerio de Educación Nacional y en la Di rección General de Bellas Artes, liderada por el marqués de Lo zoya a la oposición de una gran parte de los cate drá ticos cuyas materias correspondían a los campos de ac tuación de la arqueología y la prehistoria al enfrentamiento personal con los principales representantes de la arqueología española y a su propia dispersión e in com petencia. La arqueología del primer franquismo termina en una crisis personal e institucional que se fragua en 1954 y explota al año siguiente. El intento de presentar una cara más amable ante las democracias europeas propició la desaparición de la CGEA y el alumbramiento de un nuevo sistema controlado por los antiguos opositores que, de hecho, poco cambió, sólo fue un nuevo reparto de los apetitos del poder. Esencialmente esta es una historia de trayectorias hu manas y de enfrentamientos personales, de la evo-lución en la organización de una actividad más que de los re sul tados específicos de la misma. Una historia, en suma, de cómo las luchas fratricidas y los intereses perso na listas primaron a lo largo de casi tres décadas sobre un sistema anquilosado que, cual rémora del pasado, no em pe zaría a cambiar y modernizarse definitivamente hasta ya entrado el último cuarto del siglo XX.