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La mirada de Laia Noguera mira a la realidad desde atrás y la reconoce, como a un familiar, como a alguien que siempre te ha gustado y nunca te has atrevido a decirle nada. Sabe quién es aquella persona, puede que la alcance y la salude, o puede que le deje ir por su camino. Pero nos cuenta cómo es la realidad describiéndon os su lado oscuro, nunca la aparatosa gesticulosidad del rostro. Sería demasiado fácil. Mejor imaginárnosla.