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Desde un despliegue lúdico-creativo, desde una profunda y comprometida rebeldÃa, desde una constante pedagogÃa de la interpelación, es desde donde definirÃa la simiente de este libro. SÃ, como la tierra que nutre a las muchas semillas, como la que alimentó al Sumak Kawsay y el Suma Qamaña. Promesas de una tierra que comienza a abrazar los proyectos, que se matizan a la par de la Patria Grande, esaque Edgardo nombra todo el tiempo. Con una intensa necesidad de desocultamiento, que caracteriza al pensamiento del autor, se esgrime un despliegue simple, pero no simplista, simplicidad que desafÃaal maniqueÃsmo, a la dicotomización no ingenua del pensamiento racionalista-instrumental. Simplicidad propia de la complejidad cotidiana, desde donde se sostienen las relaciones de poder en el campo de lo micro y lo macro. Por ello, resulta importante señalar cómo, en ese diálogo desde las fibras, comienza a vislumbrarse la trama de procesos como el de la decolonialidad, es decir, la lectura audazde la resemantización de los diferentes dispositivos de control, dominación y reproducción del patrón dominante y sus estru