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Seg?n la costumbre de la ?poca, el 19 de octubre de 1837, antes de proceder a su fusilamiento, a Charles Lewis Gruneisen le preguntaron si deseaba que se llamara a un sacerdote para poder confesarse.Su respuesta fue la que cab?a suponer de un buen anglicano: tengo mucho que confesar ante Dios, pero nada ante los hombres.C?mo un corresponsal del Morning Post, uno de los peri?dicos m?s influyentesde Inglaterra, lleg? a esta situaci?n en la Espa?a de Isabel II, es algo a lo que se trata de dar respuesta a lo largo de las siguientes p?ginas. Y, naturalmente, una de las primeras cosas que habr? que explicar es que en 1837 no se sab?a muy bien que era eso de los corresponsales de guerra.