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En el poema Duelo en el Valle de la Muerte Rafael Argullol crea un personal escenario mítico donde las figuras de la belleza y del ocaso, del amor y de la inmortalidad se entrecruzan en un combate tenso, despiadado. Los paisajes del hermoso y desolador Death Valley, sujetos a la metamorfosis poética, adquieren dimensiones metafísicas por las que transcurre el enfrentamiento entre el deseo humano y sus centinelas nega- dores. La memoria de las cosas, la sucesión de los días y de las pasiones, la evocación del ayer revivido giran, como un cosmos febril, alrededor de una incertidumbre insuperable.
Pero en el centro del vertido, testimonio de una convicción que desafía a esta incertidumbre, permanece la imagen ennoblecida de aquel hombre que al vencer la tentación de la nada alcanza a vencerse a sí mismo.