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La imperfecta protecci?n que el ordenamiento jur?dico ha otorgado tradicionalmente a los empleados de hogar puede considerarse como uno de los d?ficits hist?ricos de nuestro modelo de relaciones laborales. Desde hace d?cadas, la doctrina iuslaboralista ha venido reclamando la necesidad de garantizar a los trabajadores dom?sticos unos derechos sociales que, con las debidas acomodaciones, resulten equiparables a los del resto de trabajadores por cuenta ajena.