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En una sociedad caracterizada por la incomunicación, por la tiranÃa del ruido y de la interferencia, por el predominio compulsivo de la distracción banal, el poema sigue constituyendo un espacio de diálogo y comprensión, el punto de encuentro entre lo inefable y lo que ha de ser dicho. A lo largo de este sutil y lúcido Elogio del instante, José Manuel LucÃa MegÃas consigue delinear la Ãntima esencia de nuestro paso por el mundo: da voz a las profundidades de la sensorialidad y del sentimiento, moldea los escenarios en los que somos máscara y realidad, retrata, con paciencia y maestrÃa, los milrostros sucesivos y simultáneos de la verdad y todas sus incertidumbres.