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El médico del trabajo en más de una ocasión habrá de dejar a un lado los útiles clínicos tradicionales de diagnóstico y exploración y, mudando de indumentaria enfundándose el mono , penetrar en la fábrica o en el taller para entablar un diálogo directo con la realidad laboral, guiándolo su espíritu intuitivo con la observación detenida y minuciosa, llenando una inquietud científica.
De tal modo, recabará la información necesaria, forjándose en una experiencia indispensable para fundamentar su juicio. Y este aprendizaje es bien extraño al carácter libresco de otro tipo de enseñanzas.