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Los hechos que se narran en estos relatos no son trágicos ni especialmente graves, sino, más bien, una sucesión de situaciones cotidianas -un avión, la sala de espera de un hospital, una oficina, un supermercado- en las que mujeres y hombres corrientes y que rondan la cuarentena manifiestan una misma tendencia a dramatizar, es decir, a complicarse la vida más de la cuenta. Las historias de estos personajes confluyen y se entrelazan para desvelar el gran malentendido que padecen. Y es que son esas dramatizaciones, y no los verdaderos dramas de sus vidas, lo que habrÃa conducido a estas personasa tomar decisiones equivocadas. Cada cual buscará su camino a su manera, pero por debajo de la diversidad de experiencias de los distintos personajes se insinúa, sin embargo, un temor no confesado acaer en la propia insignificancia.