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En 1992, La poesia ha caido en desgracia abrio rumbos insospechados en la trayectoria poetica de Juan Carlos Mestre. Una larga residencia en tierras chilenas lo habia sumergido en un espacio (la ciudad de Concepcion) que se sobrepondria a su paisaje natal del Bierzo le habia ofrecido, sobre todo, vivencias de una crudeza i nolvidable (la dictadura, la solidaridad y la resistencia) y nuevas lecturas (del resplandor de Gonzalo Rojas al mundo ruinoso de Jorge Teillier). He visto dice el sujeto visitante de este libro, y lo que ha visto y escribe es un testimonio alucinado, proteico, de los paisajes recorridos: lugares concretos, territorios de la escritura, pero paisajes tambien del sueño y de la imaginacion que se han poblado, enlazandose con imagenes del holocausto europeo, de tortura y muerte, de desapariciones y de duelo, pero tambien de la esperanza, la fervida utopia de un pueblo sometido. El don secular del poeta visionario revive en estas paginas, izando una palabra desgraciada en su soledad (esta palabra y la sombra de esta palabra han sido pronunciadas ante el vacio, para una multitud que no existe), pero desafiante en su insistencia en nombrar la belleza y el horror. En 1992, La poesia ha caido en desgracia fue escrito y premiado a contracorriente de la tendencia dominante en la poesia española de la epoca en esta nueva edicion, dos veces mas extensa, Mestre añade un puñado de poemas escritos en Chile entre ellos los publicados en Las paginas del fuego (1987), y otros mas recientes, que revisten el tono grave del original, grave con la gravedad elegiaca de una epoca de sombras, con una carnadura verbal mas agil, mas flexible y a ratos humoristica en el engarce proliferante y siempre deslumbrante de sus imagenes.