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Durante la Segunda Edad del Hierro, en la Meseta Norte, el puñal se constituyó como el arma más icónica de la panoplia de sus gentes. La presencia de esta pieza en multitud de ajuares funerarios revela que no fue solo una simple herramienta del oficio de la guerra, sino también un objeto de prestigio, un indicador de estatus y un sÃmbolo de pertenencia a un grupo afÃn a la elite.