Suscríbete a nuestro boletín de novedades y recíbelo en tu email.
Bajamos en ascensor sin hablar, preguntándonos con la mirada si aquel no serÃa el último faisán y la última cena regada con vinos tan importantes. La calle nos recibió con una racha de lluvia insolente y, encogidos de hombros para guarecernos del agua y la espesa niebla, que habrÃa podido cortarse con el cuchillo trinchante de Jean, caminamos hacia los coches desaparecidos en la oscuridad mojada.