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Elogiaré ahora la fiesta de la pasada noche, perfecta, joya de alcohol, tigres en el crepúsculo, hablaré del brillo de los rostros convocados. Empezó algunas fechas antes, en uno de los cuatro o cincobares que merece ser frecuentado: La Granja, un paraÃso cercano a Murcia y uno de los últimos amparos del esplendor perdido, continuó en Venecia, Cartagena y vino a dar en Madrid, en la casa de JuanGómez Soubrier, donde confundidos con doscientos alucinados, algunos happy few saludamos al año que morÃa con el esprit de finesse que nuestro nacimiento en algunos, alegrÃa de vivir en casi todos y sagrada embriaguez sin excepciones, resolvieron inevitable. No revelaré los nombres de quienes convirtieron la noche en un espléndido adorno que mejora el mundo. Pero sà decisiones que al paso de la conversación se revelaron y que sin duda aliviarán la desventura de los dÃas que se acercan.