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En un mundo cada vez más globalizado, donde asistimos a lo que muchos denominan una crisis de valores y que quizás simplemente sea un cambio drástico en los mismos, observamos cómo lo individual gana terreno frente a lo colectivo. Incluso podríamos avanzar que lo colectivo, lo social, se desplaza hacia esferas virtuales, allí dónde el individuo pierde su esencia y se convierte en un anónimo con una faz inventada. El mismo mundo virtual es capaz de darle voz a individuos de medio mundo que suman sus fuerzas o su corriente de pensamiento hacia un mismo lado; por eso, la fuerza de la opinión pública nunca ha sido tan potente.
En un mundo como el que intentamos describir, el conocimiento está cada vez más especializado, la información cada vez más dispersa e incluso las personas cada vez más separadas por las distancias físicas y sociales. En este contexto, la competencia de trabajo en equipo, cobra toda su relevancia. Las empresas necesitan de personas que sumen sus inteligencias para alcanzar la mayor cuota de sus objetivos. Ya no vale solo con ser un buen tirador a puerta, es necesario que todo el equipo acompañe en la construcción del juego, que los defensas sepan marcar goles, que los centrales ayuden arriba y abajo, etc.
Según el Instituto Tecnológico de Monterrey, el trabajo en equipo: «es la capacidad de participar activamente en la ejecución de una meta colectiva común, subordinando los intereses personales a los objetivos del equipo, complementando las competencias y la información con el resto del equipo, sumando voluntades en un marco de responsabilidad y compromiso compartido».