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AdemÄs de tratarse de un objeto presente en la vida cotidiana de los seres humanos durante siglos, la vela encendida constituye una imagen tan expresiva como constante en las artes y las letras de Occidente. El valor simbÒlico de la vela y su llama es de una inusitada riqueza, hasta el punto de que deberÍa hablarse no de un valor sino de valores m×ltiples, desde su visiÒn como atributo de la divinidad hasta su relevancia en la representaciÒn de la vida y del tiempo (incluido el tiempo del reloj), pasando por su carÄcter de sÍmil agudo de lo transitorio o su inevitable vÍnculo con la muerte, la memoria y la sacralidad, entre otros muchos aspectos que este ensayo analiza. Para el poeta AndrÉs SÄnchez Robayna, estamos ante 'un motivo unitario y dinÄmico a un tiempo', capaz de movilizar la imaginaciÒn de poetas tan diversos como Quevedo y Coleridge, Yeats y Rilke, Kavafis y AjmÄtova, o artistas como El Greco y Friedrich, Picasso y Giacometti, Dora Maar y Remedios Varo, Broodthaers y Tarkovski.