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Si no existieran las redes sociales, Avelino Fierro las habrAƒA a inventado. Nadie que le conozca, nadie que haya tenido el mAƒA¡s mAƒA nimo trato con AƒA©l, dudarAƒA¡ de esta afirmaciAƒA n, salvo AƒA©l mismo. De vez en cuando, mientras practica lo que dice detestar, reniega -lo hace en este mismo libro- de esa moda tonta que va a acabar con la amistad y la literatura. Pero si alguna moda, que no es el caso, acabara con la amistad y la literatura, Avelino Fierro se bastari a AƒA©l solito -bueno, solo del todo no, siempre contarAƒA a alguna ayuda casera- para crearlas de nuevo [.]. Avelino Fierro ha leAƒA do a los mejores y ha aprendido de ellos. En sus cartas semanales, en los capAƒA tulos de este libro, alterna los fragmentos que podrAƒA an formar parte de cualquier antologAƒA a del gAƒA©nero con otros mAƒA¡s distendidos, de un tono conversacional que se llena de hipocorAƒA sticos. Al lector no le importa que se le escapen algunas claves privadas porque capta siempre lo fundamental: un amor hacia la literatura, incluso cuando no pretende hacer literatura, que no es mAƒA¡s que una de las formas mejores de amor a la vida