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Hay ironAƒA a en el tAƒA tulo que acoge periAƒA dicamente las entregas de estos diarios de Avelino Fierro. Si el tAƒA tulo nos sugiere de inmediato el peligroso y opresivo mundo de la jungla, sus diarios parecen, por el contrario, ordenados, razonables, burgueses, como supongo que son los cAƒA digos que rigen nuestra justicia (es sAƒA lo una sospecha, de haber leAƒA do alguno de ellos podrAƒA a afirmarlo taxativamente o, por el contrario, descartar esta comparaciAƒA n). Y no lo dice uno sAƒA lo porque Avelino Fierro sea y ejerza de fiscal en una ciudad, LeAƒA n, que necesita tanto de la justicia (y esto no es en absoluto una sospecha. esto lo afirmo de una manera rotunda). no. Lo digo porque es un diarista tranquilo, razonable, bien avenido. Avelino Fierro es un escritor y amigo transigente. Las leyes estAƒA¡n hechas de transacciones. La justicia las avala. Y Avelino, puedo afirmarlo tambiAƒA©n, es un pactista. Los pactos garantizan la paz, y Avelino se lleva bien con todo el mundo. De ser profesor, serAƒA a de los que dan aprobado general.