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ECONOMÍA DIGITAL. EL NUEVO ENTORNO DE LA EMPRESA

MOCHÓN

Editorial
GARCÍA-MAROTO EDITORES
Tema
Economía varios
Año edición
2015
ISBN
978-84-15793-72-4
Encuadernación
Rústica
Páginas
330
Idioma
Castellano
31,00 € Disponible 5 Días hábiles

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Las distintas sociedades han afrontado a lo largo del tiempo su progreso, esto es, la mejoría de sus condiciones de bienestar, con una visión generalmente optimista del papel de la tecnología. Quizás el mayor avance desde el Neolítico fuese la Primera Revolución Industrial, iniciada en la primera mitad del siglo XIX, que supuso la sustitución masiva del trabajo manual por las máquinas, un fuerte aumento de la movilidad de personas y mercancías por el ferrocarril, la aplicación de la máquina de vapor, o el uso del carbón como principal fuente de energía. En el ecuador de la segunda mitad del siglo XIX se inició una Segunda Revolución Industrial que tuvo el gas y el petróleo como nuevas fuentes de energía; mantiene como pauta el aumento de la movilidad, ahora mediante el avión y el coche; e implica innovaciones científicas y tecnológicas que, en la industria, pueden sintetizarse en la generalización del uso de la electricidad y la aparición de nuevos materiales, como el plástico.

Desde finales del siglo XX, la Humanidad vive un proceso de cambio en el que la economía se basa paulatinamente más en el conocimiento, la digitalización y en propiciar la sostenibilidad. Las computadoras, Internet, las energías renovables o la globalización de las relaciones y la comunicación son algunas de sus características. Este proceso está siendo activamente participado por ciudadanos y empresas, y es que todos los agentes tenemos la necesidad y la obligación de adaptarnos siempre a los cambios. Ahora más por la extensión, la profundidad y la rapidez con que se produce el cambio. Es una verdadera Tercera Revolución Industrial.

En efecto, es un cambio amplio, extenso: a mediados de los años 90, cuando D. Tapscott acuñó el término Economía Digital, apenas 55 millones de personas estaban conectadas a Internet; hoy lo están más de 3.000 millones, con ratios de penetración que superan ampliamente el 85% en los países más desarrollados. La profundidad del cambio es patente en nuestros comportamientos individuales y colectivos, pues es difícil encontrar una faceta del ser humano que no haya sido mediatizada e influida, o que no vaya a serlo próximamente. Una medida de la rapidez con que se está produciendo nos la da el hecho de que, a finales de 2012, la Comisión Europea constataba que el tráfico de Internet se duplicaba cada dos o tres años; y el cambio que se realiza gracias a los dispositivos móviles en la previsión de que en 2020 habrá más de 50.000 millones de dispositivos conectados de forma inalámbrica. O que Apple y Microsoft son empresas con sólo tienen 40 años de trayectoria; que Amazon se creó en 1994; Google en 1998 y Facebook en 2004. Aún más recientes son Twitter, que se creó en 2006, y la aplicación WhatsApp en 2009.

Es evidente la aceleración del proceso de cambio histórico con una Economía Digital que está conformada sectorialmente por las Tecnologías de la Información y la Comunicación, además de los Servicios y Contenidos Digitales, verdadero motor del sector. Y esta aceleración continuará. Así, el análisis masivo de datos (big data), la impresión aditiva (3D), el acceso remoto a recursos prácticamente ilimitados para nuestras necesidades de almacenamiento y procesamiento (cloud computing), o la interconexión de cualquier objeto con otro y en la red (Internet of things), sólo están en sus inicios y están llamados a ser algunos de los elementos vertebradores de una economía y una sociedad distinta. Estar siempre conectado (hiperconectado), incluso en movilidad, es ya un hecho en este nuevo mundo.

A todo esto se enfrentan los ciudadanos y las empresas. Y aquellas que no internalicen lo que supone la revolución digital es muy probable que desaparezcan. Estamos en un contexto propicio para que todas estas potencialidades den lugar a una Cuarta Revolución Industrial, en la que el desarrollo de nuevos materiales será otro de los motores. No estamos ante una mera revolución tecnológica sino ante una verdadera transformación de la forma en que nos comunicamos, nos relacionamos y trabajamos.