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Todos habríamos de extrañarnos si, tras decir «voy a lo mío», un deportista se sentase a ver, en la televisión, a un corredor afamado realizar unas carreras brillantes y nos dijera que estaba convencido de que de este modo esperaba llegar a ser un buen corredor, pues estaba prestando mucha atención a lo que allí pasaba, tomaba apuntes con gran pericia y memorizaba luego todo lo que veía.
Cosas como éstas no ocurren, pues los que se preparan para el deporte tienen un mínimo de sensatez y saben que su formación va a depender del tiempo que, debidamente dirigidos por su entrenador, se dediquen ellos a practicar deporte.